top of page
Foto del escritorRoberto Espinosa

Vengo en breve


Por Franco Loyola


“El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús” (Apocalipsis 22:20).


En ningún lugar en la Biblia vemos que esta trate de comprobar la existencia de Dios, pues lo da por hecho. Eterno y Creador son dos de Sus atributos; sabemos que Dios siempre ha existido y que además es el Hacedor de todo.

En medio de Su eternidad pasada y futura estamos nosotros, creados a Su imagen y semejanza. Y es que Dios tenía un plan perfecto que se desarrollaría a pesar del pecado del hombre. El estudio de las dispensaciones y de los pactos de Dios ubica a Su iglesia como la encargada de dar fruto para Dios, pues la Escritura dice que al faltarle la fe a Israel, se nos ha dado a nosotros la responsabilidad de producir para Él.


“Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo, no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti” (Romanos 11:17-18).

La Iglesia no reemplaza a Israel, pues Dios tiene Su propio plan para con ellos y lo veremos cumplido en el tiempo de la Tribulación y del Milenio. Sin embargo, antes que eso suceda, la Novia —el Cuerpo, la Iglesia—tiene su propia razón para existir: ser testigos delante de los incrédulos de las maravillas que Dios ha hecho con nosotros a través de Cristo.

El Señor viene en breve; es inminente, primero en las nubes y siete años después al Monte de los Olivos. Primero para llevarse a Su Iglesia al cielo y luego para reinar en la tierra por un milenio. La pregunta obvia es: ¿estamos listos para Su venida?, ¿listos para dar cuentas en el Tribunal y para la Boda? ¿Alegres o avergonzados?

Creo sinceramente que le hemos fallado a Dios y al mundo entero. Lo que debíamos hacer no hicimos; es decir, ni siquiera podríamos, según Lucas 17, llamarnos inútiles. La pandemia ha sido, de alguna manera, la que ha reflejado lo distraídos y negligentes que hemos estado.

Me temo que nuestra jactancia no solo ha sido contra Israel sino, sobre todo, contra Dios. Juzgamos sabiendo que hemos dado motivo para ser juzgados. Si tan solo nos interesáramos más y mejor por aquellos que, si Cristo “viene en breve”, se quedarían, los resultados serían diferentes.

¿Estamos cumpliendo la misión como Dios quiere? La orden del Señor es clara: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”

“…me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. ¿Lo hacemos? ¿Hemos tratado de llegar a todo lugar y a toda criatura? Es interesante qué tan rápido olvidamos que los presos, los sordos, los ancianos, los huérfanos, los niños con discapacidad, los adictos, los homosexuales, los extranjeros, las prostitutas, los enfermos en los hospitales y tantos otros tienen alma, y que cada alma es valiosa para Dios. Él, nuestro Gran Dios, quiere que demos fruto, y no hay mejor fruto que un alma que se salva. Estar listos para la venida del Señor Jesucristo significa que hemos comprendido que la razón por la que existimos va más allá de una foto en una red social o un edificio. Todo eso es pasajero; las almas son eternas.


Misiones es más que enviar o recibir un cheque. Es hacer lo que se debe mientras hay tiempo, es evitar que más almas se encaminen al Juicio del Gran Trono Blanco, es simplemente obedecer algo que nunca ha sido una opción, pues siempre ha sido un mandamiento: Id, a todos, ahora.


6 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Comentarios


bottom of page